Page 32 - Revista_2020_ElPericano
P. 32
emperador Adriano; el cual, ante Y Kafka, a su vez, en ese relato
la proximidad de la muerte, cada se limita a copiar el texto de un
noche, al acostarse, le repetía a antiguo manuscrito encontrado,
su querida almita vieja y cansa- que contenía la narración de un
da: “En el lugar al que vas ahora, agobiado zapatero anónimo, so-
ya no disfrutarás, como solías, de bre una serie de sucesos ocurri-
las diversiones de antaño”. Para dos en un pasado remoto en una,
que fuera haciéndose a la idea. también desconocida, ciudad im-
Por si acaso. perial.
Cuando vi la hoja vieja que el Con la letra pequeña y apreta-
profesor K había dejado, como da de K, el pobre zapatero pare-
único recordatorio de su paso cía aún más agobiado que en la
por el instituto, en el cajón de obra original, donde comenzaba
su mesa de trabajo en los depar- su relato diciendo: “Hasta aho-
tamentos, enseguida pensé que ra nos hemos desentendido y nos
podría ser una copia del Animu- hemos dedicado a hacer nuestro
la, vagula, blandula que tanto le trabajo, pero los acontecimientos
gustaba recitar en clase. Pero esa de los últimos tiempos nos preo-
idea me pareció enseguida dema- cupan”. La ciudad estaba ocupa-
siado fúnebre. Al fin y al cabo, K da por gente armada, que no eran
y guardando sus documentos en soldados, sino nómadas llegados
carpetas de cartón de ese mismo de muy lejos (quizás del norte),
color con sus gomillas y sus sola- que aparecieron de pronto en la
pas. Y además, para asombro de plaza principal, y que cada día
sus alumnos y de algunos de sus crecían en número. Vivían a la
colegas, todavía seguía enviando intemperie y sólo se ocupaban de
sus mensajes por el correo que ejercitarse para la guerra, comer,
ahora llaman ordinario. beber y ensuciarlo todo. “A veces
Tampoco tenía whatsapp, fa- intentamos salir de nuestras tien-
cebook ni instagram; porque le das y quitar al menos parte de la
gustaba charlar con sus amigos basura –comenta el narrador--
cara a cara en los bares, toman- pero cada vez lo hacemos menos,
do juntos unas cervezas y (si se ya que resulta un esfuerzo inútil,
podía) fumando. Aunque K nunca que nos pone además en peligro
fumó (ni siquiera tabaco), en esas de caer bajo los furiosos caballos,
reuniones, entre las inhalaciones o de ser heridos por las fustas de
del humerío ajeno y las charlas a no había muerto (que se sepa), sus jinetes”.
grito pelao de la tercera o cuarta sólo había desaparecido sin dejar
cerveza, se sentía reconfortado rastro. Bueno sí, sólo uno: esa so-
de todos los sinsabores de su ruti- litaria hoja vieja en el fondo del
na diaria en el trabajo. cajón de una mesa de la segunda
No se sabe qué le ocurriría a planta del instituto.
K en los últimos años, pero hay Felizmente, nada más darle la
noticia de que incluso perdió el vuelta y leer el encabezamiento,
gusto por estos pequeños place- quedó descartado que se trata-
res que antes tanto disfrutaba. ra de una nota de suicidio; pues
Desapareció de las inauguracio- destacaba con letra grande un
nes de curso, de las despedidas título que decía: Una hoja vieja,
de trimestre, de los almuerzos de un cuento de Franz Kafka. Una
feria, de las fiestas de la prima- hoja vieja en otra hoja vieja, K
vera, y hasta de los santos y cum- en Kafka… ¿Un juego de espejos,
pleaños de compañeros y amigos. quizás? Pudiera ser; porque, apar-
Quizás fuera la edad. Ya se sabe, te de algunos subrayados y anota-
hay que entrenarse para todo. A ciones, la hoja vieja del profesor Era imposible hablar con ellos.
lo mejor K había decidido atem- K sólo contenía una copia manus- Desconocían la lengua local y,
perar su ánimo de cara al futuro, crita de La hoja vieja de Kafka. cuando hablaban entre ellos, sus
al estilo estoico de su admirado
32 | El Perícano digital | junio 2020