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palabras sonaban como graznidos espanto no se apodere también las estaban sufriendo. Pero, como
de pajarracos parlanchines (ga- de mi caligrafía: expone indignado, en su alegato
rrula avis). También se negaban final, el sensato narrador de es-
a comunicarse por señas: “Ya te “Hace poco el carnicero pensó tos hechos deleznables: “Noso-
puedes dislocar las mandíbulas que podría ahorrarse, al me- tros (los ciudadanos) no estamos
o retorcerte las manos en torno nos, el esfuerzo de matar, y preparados para hacer frente
a las muñecas –comenta indig- por la mañana trajo un buey a semejante misión, y tampoco
nado el comerciante-- que no te vivo. Jamás volverá a repe- nos hemos vanagloriado nunca de
entienden, ni jamás te entende- tirlo. Yo permanecí tumbado ser capaces de llevarla a cabo”.
rán”. Cuando hacían muecas, casi aproximadamente una hora Así que el zapatero, ya resigna-
siempre consistentes en girar las en la parte de atrás de mi ta- do, acaba su relato convencido
órbitas de los ojos a gran veloci- ller, aplastado contra el suelo de que van a perecer todos como
dad o echar espuma por la boca, y con todas mis ropas, cober- consecuencia de la ineptitud y la
tampoco pretendían decir nada. tores y almohadas colocados dejadez de los que mandan.
Ni siquiera pretendían asustar. sobre mí, sólo por no oír los Y así es como acaba todo.
Sólo hacían estas cosas porque mugidos del buey sobre el que Pero, ¿que había visto el profesor
era su forma de ser. Pero esa for- se arrojaban los nómadas des- K en este enigmático relato? ¿Qué
ma de ser les permitía adueñarse de todas partes para arrancar lo llevó a indultarlo de la papele-
de todo sin necesidad de violen- con los dientes trozos de car- ra? ¿Quizás era, para él, una ale-
cia; pues, cuando se acercaban ne caliente. Ya hacía rato que goría de alguna forma de barba-
ellos, la gente huía despavorida y todo estaba tranquilo antes rie que él mismo hubiera estado
lo dejaba todo a su merced. de que yo me atreviera a salir. sufriendo en su entorno laboral?
El peor parado de todos los Cansados, estaban tumbados ¿Veía a las autoridades educativas
comerciantes de la plaza fue el en torno a los restos del buey como ineptos emperadores ence-
carnicero. En cuanto sacaba su como los borrachos alrededor rrados en sus palacios de cristal,
mercancía, los nómadas se la de un barril de vino”. creando constantemente proble-
arrebataban y la devoraban inme- mas con los que otros
diatamente. Nuestro testigo se tendrían que lidiar día
asombra de que hasta sus caba- tras día? ¿Consideraba
llos comieran carne: “A veces, se esa verborrea insensata
ve a un jinete tumbado junto a su (garrulia, decía K) de
caballo y ambos se alimentan del sus cansinas reformas
mismo trozo de carne, cada uno educativas, que no pro-
por una punta”. Los demás co- ducen más que incom-
merciantes compadecían al carni- prensibles graznidos,
cero y compartían sus gastos. Por un claro síntoma de esa
la cuenta que les traía; porque si barbarie? ¿Veía bárbara
los nómadas no recibieran nada esa forma de llegar a los
de carne, no querían ni imaginar centros arrasando, con
lo que serían capaces de llegar a un desprecio absoluto de
hacer. “Y quién sabe lo que van a la experiencia y los lo-
llegar a hacer-- augura el zapate- Pero, ¿que era toda esta bar- gros acumulados durante años por
ro-- incluso recibiendo, como has- barie? ¿Qué significaba para K ese generaciones anteriores de exce-
ta ahora, puntualmente su ración emperador que se asomaba a la lentes profesionales? ¿Era bárbara
diaria de carne”. ventana del palacio, y tras presen- la invasión digital? ¿Esos alumnos
El pesimismo del narrador de ciar esos terribles acontecimien- constantemente pendientes de
estos actos vandálicos se funda- tos, agachaba la cabeza y volvía sus móviles y de las redes socia-
ba en parte en una anécdota que, a su morada en el jardín interior, les, hasta cuando están en clase?
cuando la cuenta en el relato ori- sin hacer nada por evitarlos? Ni si- ¿Esa dependencia tiránica de la in-
ginal, se nota que está aterroriza- quiera su guardia imperial salía ya formática y las pantallas en todos
do; y que, en la copia manuscrita del interior del palacio. Ellos ha- los ámbitos de la educación? ¿Esos
de K, se percibe claramente la bían traído a los bárbaros, y ahora profesores tan subrepticiamente
empatía de éste con su estado de ya no sabían qué hacer con ellos. reconvertidos en administrativos?
ánimo, por el efecto del temblor Por eso dejaban la responsabili- (¡pobre Séneca!, por cierto).
sobre su letra. La transcribiré yo dad de acabar con estas injusti- No lo sé. No llegué a conocer a
aquí tal cual, procurando que ese cias a los propios ciudadanos que K lo suficiente como para respon-
Revista del IES Juan Sebastián Elcano | 33